La ciudad de Cuenca y los cantones circundantes de la provincia de Azuay están atravesando una temporada particularmente desafiante debido a la combinación de sequía severa y un aumento significativo en los incendios forestales. La falta de lluvias y la incidencia de fuegos, en muchos casos provocados por actividades humanas, están generando complicaciones graves en la región.
En Cuenca, la disminución de las precipitaciones ha llevado a una reducción notable en el caudal de los ríos. Según los últimos datos proporcionados por la empresa pública Etapa, el río Tomebamba ha registrado el nivel más bajo de agua, con un caudal de solo 0,88 metros cúbicos por segundo. Otros ríos importantes como el Yanuncay, Tarqui y Machángara también presentan caudales reducidos, con cifras que oscilan entre 1,48 y 1,60 metros cúbicos por segundo.
La situación se ha agravado con el paso de las semanas; hasta el 23 de agosto de 2024, Cuenca ha experimentado 42 días de sequía hidrológica continua, según los informes de Etapa. Aunque aún no se ha implementado un racionamiento generalizado del agua potable, algunas juntas administradoras, como las de Nero y Baños, han decidido restringir el suministro debido a la persistente escasez de lluvias.
Como medida alternativa, los residentes están recibiendo agua a través de camiones cisterna para cubrir la falta de suministro que enfrentan debido a la sequía prolongada. Esta acción refleja el esfuerzo de la comunidad y las autoridades para mitigar los efectos adversos en el abastecimiento de agua.
A este panorama se suma la preocupación por los incendios forestales, que han exacerbado la crisis en Azuay. La combinación de la sequía y los fuegos ha generado una situación de emergencia en la provincia, con múltiples focos de incendio que complican aún más la ya difícil realidad de la región. Las autoridades locales y los equipos de emergencia están trabajando para controlar los incendios y minimizar su impacto en el medio ambiente y las áreas habitadas.
En resumen, Cuenca y Azuay están enfrentando una de las temporadas más complicadas en términos de manejo de recursos hídricos y protección ambiental, con desafíos significativos que requieren una respuesta coordinada y eficaz para superar la crisis actual.