La sequía hidrológica en Cuenca alcanza ya 45 días, generando un panorama preocupante en los cuerpos de agua y el entorno natural de la región. Desde hace más de un mes, el río Tomebamba, uno de los principales afluentes de la ciudad, se encuentra en un estado de estiaje, mientras que los ríos Yanuncay y Tarqui muestran niveles notablemente bajos. Esta situación no solo afecta la disponibilidad de agua, sino que también tiene repercusiones más amplias en el ecosistema.
En el Parque Nacional Cajas, por ejemplo, las lagunas más pequeñas han visto reducirse sus niveles de agua de manera significativa, dejando expuestas áreas de orillas secas que antes estaban cubiertas por agua. Este cambio visible en el paisaje es solo una parte del problema. Según expertos, la sequía también está afectando a los microorganismos y otros componentes del ecosistema acuático que dependen de un flujo constante de agua y de temperaturas adecuadas para su supervivencia.
La prolongación de esta sequía plantea desafíos adicionales para la conservación del medio ambiente en Cuenca, ya que el estrés hídrico no solo compromete la biodiversidad local, sino que también podría tener efectos a largo plazo en la sostenibilidad de los recursos hídricos en la región. La situación requiere atención urgente para mitigar los daños y buscar soluciones que permitan afrontar este fenómeno natural de manera efectiva.